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If you haven't read Part 1 and Part 2 of my journey, you can do so by clicking here and here.
Our expedition around El Altar was one of the most challenging and rewarding adventures Andrés and I have gone on for Paisajes Efímeros. Our ongoing mission is to document the tropical glacier retreat and raise awareness about climate change, and the journey, as backpacking always is, was transformative.
We started our journey by spending the night in Riobamba. From the hotel, I could already see El Altar in the distance, and it filled me with purpose, and joy - I had never been there before! I'd been very lucky to fly over it, but walking on it... another dream. The next morning, we drove to our starting point and embarked on an eight-hour hike to "Campamento Italiano” at 4,700m.
For a moment, it felt like we were on an Ecuadorian version of the Camino de Santiago, only prettier, more rugged, authentic.
Just talking, reflecting, stopping for water, taking photos... how could one miss out on this? Walking through the valley in the strong sun, we finally got high enough to catch a glimpse of El Altar. We were so close. It was breathtakingly beautiful. Andrés immediately noticed the glacier had retreated significantly since 2020, when he had last been there, climbing some of its peaks.
Although we were on the south side and couldn't see the famous “Laguna Amarilla”, the view was still spectacular. This camp is often used by mountaineers aiming to climb peaks like El Obispo, La Monja, or El Tabernáculo. For us, it was the starting point of a five-day, four-night adventure into one of Ecuador's most remote and beautiful landscapes.
Our plan for the second day was to cross to a difficult-to-access lagoon. This self-sustained expedition meant we now carried all our food and water, which was no small feat given the terrain. Water was scarce, and we had to melt icicles as the usual water sources were dry—a situation Andrés had never encountered in El Altar.
The next day, as we navigated outside the trails, the fog was really tough to navigate it. At one point, we had to turn back after hitting a massive rock wall hidden in the mist. It was a humbling experience, reminding us of nature's power and unpredictability. You can't get that level of detail on a map or a GPS; it's all visual and off-trail.
We decided to turn around and walk another four hours after having walked five hours, heading down to the south end of the lake Negra Pagcha. Looking for a campsite near the lake, I felt a mix of awe and sadness. The lake's beach was littered with trash, mostly used toilet paper left by tour groups who’d gone up with guides and horses carrying their gear - a stark reminder of the impact humans have on these pristine places and the importance of Leaving No Trace. It was heartbreaking to see such a beautiful location ruined by waste, but it also reinforced the importance of our work in advocating for environmental preservation.
The camp by the lake was mystical. The waterfall falling from the glacier into the lake came and went with the fog, and the colors were special. It was a bit creepy though. At night, when I went out to pee, it was dead silent, super foggy, really weird. In the morning, despite the rain, we decided to explore and went to the southern tip of the lake that formed into another waterfall falling into another lake. The water was turquoise, and the páramo was super yellow and orange—very pretty. Our rain ponchos saved us that day.
I saw páramo flowers I hadn't seen anywhere else, condors, and I cried because of the cold on our way back up when it rained non-stop for 10 hours with our heavy gear. Andrés was always rooting for me. Once we reached our campsite I quickly took off my wet top clothing (the poncho wasn't enough at that point) and put on only my down jacket, instantly warming up.
Despite the challenges, the beauty of El Altar was undeniable. The stunning landscapes, Sangay erupting in the distance, the quiet moments of reflection, and the camaraderie with Andrés made this expedition unforgettable. We fought the fog and navigated the rugged terrain, but we also found moments of peace and clarity, far from the distractions of daily life.
This expedition was a powerful reminder of why I became an adventure photographer. Capturing the beauty of nature is not just about taking pictures; it's about experiencing and sharing the essence of these wild places. It's about raising awareness and inspiring others to appreciate and protect our planet.
I'm incredibly grateful for the support of Feathered Friends and the incredible gear that keeps us safe and comfortable in such harsh conditions. Their support allows us to push the boundaries of adventure photography and continue our work with Paisajes Efímeros.
As I remember this adventure, I feel a renewed sense of purpose. The wild places of Ecuador hold so many stories, and I am committed to telling them through my lens and my heart.
Thank you for joining me on this journey. If you have any questions or want to learn more about Ecuador or getting started in the outdoors, feel free to reach out. Stay tuned for more blog posts and my upcoming newsletter with tools, tips, and guides on outdoor adventures! Stay tuned for new and exciting things coming to The Wild Feelings Club!
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With love,
-Anna Nicole
Expedición al Altar No. 1
Si no has leído la Parte 1 y la Parte 2 de mi viaje, puedes hacer click aquí y aquí.
Nuestra primera expedición en El Altar fue una de las aventuras más retadoras y gratificantes que Andrés y yo hemos realizado para Paisajes Efímeros. Nuestra misión continua es documentar el retroceso de los glaciares tropicales y crear conciencia sobre el cambio climático. Este viaje, como siempre sucede con las caminatas de mochilero, fue transformador.
Comenzamos el viaje en Riobamba. Desde el hotel, ya podía ver El Altar, y eso me llenó de propósito y alegría: ¡nunca había estado ahí antes! Había tenido la suerte de sobrevolarlo, pero caminar por ahí... otro sueño. A la mañana siguiente, manejamos hasta nuestro punto de partida y empezamos nuestra caminata de ocho horas hasta el "Campamento Italiano" a 4,700m.
Por un momento, sentí que estábamos en una versión ecuatoriana del Camino de Santiago, solo que más bonita, más rústica, auténtica.
Fuimos conversando, reflexionando, tomamos agua, hicimos fotos… ¿como podrías perderte de esto? Caminando por el valle bajo el fuerte sol, finalmente subimos lo suficiente para ver El Altar. Estábamos tan cerca. Era increíblemente hermoso.
Andy notó de inmediato que el glaciar había retrocedido significativamente desde 2020, cuando estuvo ahí por última vez escalando algunas de sus cumbres. Aunque estábamos en el lado sur y no podíamos ver la famosa “Laguna Amarilla”, la vista seguía siendo espectacular. Este campamento lo usan montañistas que buscan escalar picos como El Obispo, La Monja o El Tabernáculo. Para nosotros, era el punto de partida de una aventura de cinco días y cuatro noches en uno de los paisajes más remotos y hermosos de Ecuador.
Nuestro plan para el segundo día era cruzar a una laguna de difícil acceso. Nuestras expediciones autosuficientes significan que llevamos toda nuestra comida y agua, lo cual no es fácil dado el terreno. El agua fue escasa, y tuvimos que derretir hielo, ya que las vertientes habituales de agua estaban secas, algo que Andy nunca había encontrado en El Altar.
Al día siguiente, la navegación (todo fuera de senderos) se complicó mucho por la neblina. En un punto, nos tuvimos que dar la vuelta después de toparnos con una enorme pared de roca oculta en la neblina recordándonos del poder e imprevisibilidad de la naturaleza. No se puede obtener ese nivel de detalle en un mapa o GPS; como dije, todo es visual y fuera del sendero.
Decidimos darnos la vuelta y caminar otras cuatro horas después de haber caminado cinco horas, hacia el extremo sur de Negra Pagcha. Acampando cerca al lago, sentí asombro y tristeza. La playa del lago estaba llena de basura, en su mayoría papel higiénico usado dejado por turistas que habían subido con guías y mulas llevando su equipo, un claro recordatorio del impacto que los humanos tienen en estos lugares prístinos y la importancia de No Dejar Rastro. Fue horrible ver un lugar tan hermoso arruinado por basura, pero también reforzó la importancia de nuestro trabajo por la preservación ambiental.
El campamento junto al lago era místico. La cascada que caía del glaciar al lago aparecía y desaparecía con la neblina, y los colores eran especiales. Aunque un poco inquietante, en la noche, cuando salí a hacer pipí todo estaba en un silencio mortal, muy brumoso, realmente raro. Por la mañana, a pesar de la lluvia, decidimos explorar y fuimos al extremo sur del lago, que formaba otra cascada que caía en otro lago. El agua era turquesa, y el páramo era súper amarillo y naranja: muy bonito. Nuestros ponchos para la lluvia nos salvaron ese día.
Vi flores de páramo que no había visto en ningún otro lugar, cóndores de cerca, y lloré por el frío en nuestro camino de regreso cuando llovió sin parar durante 10 horas con nuestro equipo pesado. Andy siempre me alentaba. Una vez que llegamos a nuestro campamento, me quité rápidamente la ropa superior mojada (el poncho no era suficiente en ese momento) y me puse solo mi chompa de pluma, calentándome instantáneamente.
A pesar de los desafíos, la belleza de El Altar era innegable. Los paisajes impresionantes, el Sangay rugiendo en la distancia, los momentos tranquilos de reflexión y el trabajo en equipo con Andy hicieron que esta expedición fuera inolvidable. Luchamos contra la niebla y navegamos por el terreno accidentado, pero también encontramos momentos de paz y claridad, lejos de las distracciones de la vida diaria.
Esta expedición fue un recordatorio poderoso de por qué me convertí en fotógrafa de aventura. Capturar la belleza de la naturaleza no se trata solo de hacer fotos; se trata de experimentar y compartir la esencia de estos lugares salvajes. Se trata de crear conciencia e inspirar a otros a apreciar y proteger nuestro planeta.
Estoy increíblemente agradecida por el apoyo de Feathered Friends y el equipo increíble que nos mantiene seguros y cómodos en condiciones tan duras. Su apoyo nos permite superar los límites de la fotografía de aventura y continuar nuestro trabajo con Paisajes Efímeros.
Pienso en esta expedición, y siento un renovado sentido de propósito. El Ecuador tiene tanto por descubrirse, y quiero compartirlo a través de mi lente y de mi corazón.
Gracias por leerme… Si tienes alguna pregunta o quieres saber más sobre el Ecuador o cómo empezar a explorar la naturaleza, escríbeme. ¡Estate atento a más publicaciones en mi blog y a mi próximo newsletter con herramientas, consejos y guías sobre aventuras al aire libre! ¡Mantente atento a las nuevas y emocionantes cosas que vienen a The Wild Feelings Club!
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Con amor,
-Anna Nicole