“What speaks to the soul, escapes our measurements.”
― Alexander von Humboldt
(Para leer este blog post en Español, baja hasta el final de la página)
Deep within us lies our most true self: our feelings, which I’ve found are life's best compass. I've learned that even sensitive people like me can become out of tune with their hearts due to life's hardening experiences.
I’ve also realized we usually fear what we can’t predict or control. The unknown can be very intimidating, especially in the uncontrollable outdoors. But by spending time outdoors, in nature, I've learned to embrace that fear, cleanse myself from the daily noise, distractions and contamination of life. I’ve been able to dig deep and truly feel my heart, my intuition, my essence, the fibers of my soul, the birthplace of my feelings.
Four years ago, I took a leap of faith, leaving behind the security of a 9-5 job in NYC to pursue my passion for photography. I got my Bachelor’s degree in Tourism, and explored aviation studies and flying, but I craved much more than a desk job and a monotonous life. In March of 2020, I moved back to my birthplace, Quito, Ecuador. Filled with uncertainty, I was driven by a desire for a more authentic life. I had no clue where or how to start, but I was determined. I was drawn to a 12-day backpacking trip into the remote Llanganates, a journey that I had read about and longed to experience.
In the months before the expedition, I already started going on adventures, including climbing lessons, obtaining my diving license in the Galápagos Islands, and started learning all l could about digital marketing. I participated in the “Raid Aéreo Ecuatoriano,” celebrating aviation history with my dad.
I finally joined the expedition into the Llanganates in January of 2021, and it was transformative.
The full details are a story for another post ;) But in the meantime, I can tell you that the physical challenge of carrying a heavy pack with all my gear and food for so many days in rugged terrain made me shed many tears, which purified me. I felt I got rid of everything that had ever stressed or hurt me. There were moments when I thought I wasn’t physically strong enough to continue, but I realized how powerful my mind is, because it was strong enough to make my body keep going.
The stunning Andes, the sunsets, the wildlife, the complete disconnection from technology, and the friendships I made with people who started as strangers and with whom I had deep, long conversations were more than renewing. It honestly felt like I’d been in a spaceship, away from monotone lives, away from making things more complicated than they are.
I was able to pause, to listen, to feel.
Never did I want to leave or wish for it to end soon. Although I was exhausted, and living something I had never experienced, I knew there was no option other than to continue. I had to face the challenge. I couldn’t just leave or ignore it as one sometimes does in daily life. I emerged from this expedition with a new perspective, realizing that all I needed for happiness fit into a 70L backpack.
I now capture the beauty of nature as an adventure photographer, both as a personal passion and professionally, but it's through my heart that I truly see its essence. I’d love to encourage you to go outside, take that walk in the park, leave your phone behind and reconnect with your inner self. If the idea of a long expedition sounds overwhelming, don't worry. The outdoors has something for absolutely everyone.
I insist, learning to listen to your feelings can start with a short hike, a grounding session in your backyard, a bike lesson, jumping into a lake... The possibilities are endless.
I’ve learned that life truly begins at the end of our comfort zones. I hope my journey inspires you to explore beyond your boundaries and embrace your unique sensitivities by letting yourself be vulnerable in nature, a place I want us all to fall in love with.
Feel free to reach out to me by clicking here to know how get started in the outdoors. And click here to read part 2 of my journey.
With love,
-Anna Nicole
Mi Historia Parte 1: El Sentir Como Mi Brújula
“Lo que le habla al alma, escapa nuestras medidas.” ― Alexander von Humboldt
En lo más profundo de nosotros están nuestros sentimientos, que he descubierto son la mejor brújula de la vida. He aprendido que incluso personas sensibles como yo podemos desconectarnos de nuestros corazones debido a las experiencias duras de la vida.
También me he dado cuenta de que normalmente nos da miedo lo que no podemos predecir o controlar. Lo desconocido puede ser muy intimidante, especialmente en la salvaje naturaleza. Pero al pasar tiempo al aire libre, he aprendido a abrazar ese miedo, a limpiarme del ruido diario, distracciones y contaminación de la vida. He podido profundizar y sentir verdaderamente mi corazón, mi intuición, mi esencia, las fibras de mi alma, el lugar donde nacen mis sentimientos.
Hace cuatro años, me arriesgué, dejando atrás la seguridad de un trabajo de oficina en Nueva York para seguir mi pasión por la fotografía. Me gradué allá de la universidad con título en Turismo, pero soñaba con mucho más que una vida monótona. En marzo de 2020, regresé a Quito, Ecuador, donde nací. Llena de incertidumbre, me motivaba el deseo de una vida más auténtica. No tenía idea dónde o cómo empezar, pero estaba decidida. Me sentí atraída por una expedición de 12 días en los remotos Llanganates, una experiencia que me llamaba.
En los meses antes de la expedición, ya había comenzado a aventurarme, incluyendo clases de escalada, obteniendo mi licencia de buceo en Galápagos, y empezando a aprender todo lo que podía sobre marketing digital. Participé en el "Raid Aéreo Ecuatoriano", celebrando la historia de la aviación con mi pa.
Finalmente me uní a la expedición a los Llanganates en enero de 2021, y fue transformadora.
Los detalles completos son una historia para otro post ;) Pero mientras tanto, puedo decirles que el desafío físico de llevar una mochila pesada con todo mi equipo y comida durante tantos días en terrenos difíciles me hizo llorar, lo cual me purificó. Sentí que me deshacía y sanaba todo lo que alguna vez me había estresado o herido. Hubo momentos en los que pensé que no era lo suficientemente fuerte físicamente para continuar, pero me di cuenta de lo poderosa que es nuestra mente, porque fue lo suficientemente fuerte para hacer que mi cuerpo siguiera adelante.
Las montañas, los atardeceres, la fauna, la completa desconexión de la tecnología, y las amistades genuinas que hice con personas que comenzaron como extraños fueron más que mágicas. Honestamente, sentí como si hubiera estado en una nave espacial, lejos de vidas monótonas, lejos de pequeños problemas que hacemos grandes. Tuve una nueva perspectiva de la vida...
Pude hacer una pausa, escuchar, sentir.
Nunca quise irme ni deseé que se acabe pronto. Aunque estaba exhausta y viviendo algo que nunca había experimentado, sabía que no había otra opción más que continuar. Tenía que enfrentar el desafío. No podía simplemente irme o ignorarlo como a veces hacemos en la vida cotidiana. También me di cuenta de que todo lo que necesitaba para ser feliz entraba en una mochila de 70L.
Ahora capturo la belleza de la naturaleza como fotógrafa de aventura, tanto como una pasión personal como profesional, pero es a través de mi corazón y mis sentimientos que realmente veo su esencia.
Me encantaría motivar a todos a salir afuera, al parque, sin el celular, para re-conecta con nuestro interior. Si la idea de una expedición larga te asusta, no te preocupes. El aire libre tiene algo para absolutamente todos y puedes avanzar gradualmente. La idea es irnos conociendo, conectando y enamorando de nuestros sentimientos y del planeta tierra.
He aprendido que la vida realmente comienza al final de nuestras zonas de confort. Gracias por leer, y espero que mi historia te inspire a explorar más allá de tus límites y abrazar tu vulnerabilidad. No dudes en contactarme haciendo click aquí para saber cómo comenzar a tener aventuras. Y haz click aquí para leer la segunda parte de mi viaje.
Con amor,
-Anna Nicole